Por Quique Ortega
Antes que nada, no quiero “spoilear” lo que la pésima publicidad de la película hizo para los que la miramos con atención. Si pueden, antes de verla, no vean ningún tráiler o poster, y si lo llegan a ver, cierren los ojos, porque hay un “plot twist” en la trama que vale mucho la pena.
Las películas de esta franquicia siempre han tratado sobre un Terminator enviado al pasado para asesinar o detener el nacimiento de la persona que será líder de la resistencia contra las máquinas una vez que toman el control de la Tierra. Al igual que en la primera, Kyle Reese es enviado a 1984 a proteger a Sarah Connor del Terminator enviado a asesinarla. Nada más que esta vez, Sarah ya no es la mujer ingenua e indefensa de ese mismo año, sino la heroína militarizada que conocimos en la segunda parte con su plan para detener el Día del Juicio Final (Judgement Day). ¿Qué fue lo que cambió el pasado? ¿Por qué Sarah ya lo sabe todo cuando no debería? ¿Por qué ya esperaba la llegada de Kyle Reese?
Las películas sobre viajes en el tiempo y las posibles alteraciones en las distintas líneas del tiempo son complicadísimas. Ésta, con la idea de crear un futuro, presente o pasado distinto para reinventar la franquicia, termina pareciendo un esfuerzo desesperado para generar 8,000 secuelas más. Pero por alguna razón, les funcionó.
Lo que también funciona son las secuencias de acción, si bien de repente se sienten exageradas – aun dentro del contexto y la realidad del universo de Terminator – son bastante sorprendentes, sobre todo en las que aparece el gran villano de la película y los interminables esfuerzos por detenerlo.
El legendario Arnold Schwarzenegger vuelve como el T-800. El problema es que, por momentos, parece que él mismo se está parodiando y se ve bastante estúpido, pero cuando la cosa se pone seria, todo cambia y lo hace brillantemente. Él es garantía, lo que no fue garantía fue el pésimo casting de Emilia Clarke (Khaleesi en Game of Thrones) como Sarah Connor. Intenta ser esa heroína que interpretó Linda Hamilton en la segunda parte en 1992; una mujer guerrera, madura y musculosa. Torturada por su pasado. No es una mala actriz, pero Emilia Clarke es solo una niña que inspira más ternura que respeto. Mala decisión. Las otras caras nuevas son Jai Courtney (Insurgent) como Kyle Reese y Jason Clarke (Dawn of the Planet of the Apes) como John Connor. El primero no lo hace tan mal, el segundo todo lo hace bien. Ya verán.
La película tiene elementos ridículos pero lo que la salva es el hecho de que funcionan (como el significado de Genisys y la graciosa justificación de por qué Arnold es un Terminator “viejo más no obsoleto”). Por momentos sentí que la película estaba cerca de recapturar la esencia de las originales, pero la manera de hacer cine ha cambiado.
Me divertí y la película me sorprendió, esperaba una bazofia. Sale el gran Arnold, que más se puede pedir. Pronto regresarán los derechos de la franquicia a su creador: James Cameron. El único capaz de hacer una verdadera secuela de Terminator. Por lo pronto, seguiremos con lo divertido y aceptable por unos años más. “I´ll be back”.