Por Quique Ortega
«Strangers Things» llegó a nuestras respectivas y bonitas pantallas con su vibrante tercera temporada. WOW. Buenísima. Como siempre, está repleta de homenajes y «callbacks» buenísimos a películas, caricaturas y elementos que caracterizaron a la sociedad de los ochentas. Y no solo eso, todos, absolutamente todos los personajes y sus historias no decepcionaron. Les platico qué me pareció.
Todos los habitantes de Hawkins andan bien felices pasando sus ratos libres en el nuevo mega- centro comercial ochentero del pueblo: Starcourt Mall. Pero chin, su amigo, el monstruo rojo con cabeza del Xenomorph de «Alien», vuelve a su realidad para atormentarlos horripilantemente. No les diré como regresa para evitar spoilers, pero me encantó como utilizan elementos de las películas de John Carpenter para traerlo de vuelta. De ahí en adelante, los personajes comienzan separados en equipos que forman cuatro historias diferentes, cada una desarrollándose en frentes distintos de la nueva y terrible amenaza.
Empecemos por la mejor historia de todas, la de Steve Harrington (Joe Keery) y Dustin Matarazzo (Dustin Henderson). Antes que nada, vaya mata que maneja Steve, nivel Kurt Russell en «The Thing», envidiable. Pero fuera de mi admiración por su pelo abundante, él y Dustin se roban los reflectores con su increíble química en pantalla. A eso agréguenle a Robin (Maya Hawke) y a Erica Sinclair (Priah Ferguson) como los personajes femeninos que aportan la madurez e inteligencia que, a veces, ni Steve ni Dustin tienen por comportarse como niños chiquitos. Sus personalidades son divertidísimas y la dinámica entre los cuatro, más los diálogos, son buenísimos. Todos tienen su momento de brillar en una historia que le rinde un homenaje claro a Scobby Doo, donde el equipo se ve envuelto en un complot que descubren de manera accidental terminando en golpizas, corretizas, laboratorios terroríficos, elevadores al infierno e inflitraciones en ductos de aire al más puro estilo de «Die Hard». No hay escena aburrida.
La siguiente historia que me encantó es la del equipo formado por Chief Hopper (David Harbour) y Joyce Byers (Winona Ryder). En un increíble callback a Terminator, ambos son perseguidos constantemente por un ruso masivo que hasta se parece a Arnold Schwarzenegger. Las constantes madrizas de Hopper con el Terminator ruso están brutales y muy buenas, y la tensión sexual o amorosa entre ambos es muy creíble (en esto último no me refiero a Hopper y al ruso, sino a Hopper y a Joyce, que creyeron). Este nuevo y posible romance crece orgánicamente y no se siente ni forzado ni chafón, ya que los diálogos y situaciones que los propician son creíbles. La historia funciona como una película del género action-romance al más puro estilo de los ochentas/noventas. Me encantó. Ah, se me olvidó comentarles que a Hopper lo visten como Magnum P.I., otro personaje famosísimo de la TV en aquella época.
La tercera historia es la de los niños. Ya se les alborotó la hormona y andan de calenturientos. Mike (Finn Wolfhard) con Eleven (Millie Bobby Brown) y Lucas (Caleb McLaughlin) con Max (Sadie Sink) . La serie define a los personajes de acuerdo a su edad , lo cual está perfecto pero….pobre Will Byers (Noah Schnapp). Además de que ha sufrido como nadie, ahora anda todo apestado todavía queriendo jugar «Dungeons and Dragons». Pobrecillo. Entre la hormona y demás, todo lleva a tensiones auténticas entre los chamacos que eventualmente tienen que superar si quieren derrotar al monstruo llamado Mind Flayer. Todos trabajan en equipo como siempre, pero la que se lleva las palmas aquí es Eleven. Después de mantenerla al margen de manera chafísima en la temporada pasada, ahora si la vemos en acción en pleno uso de sus poderes. Como debe de ser. Hay varias escenas donde se echa tiritos contra los malos y la verdad se ve increíble. Además, usar sus poderes le afecta, lo cual me hizo sufrir durísimo.
La última historia es la de Nancy Wheeler y el cara de deprimido Jonathan Byers (maldito, le bajó la novia a Steve). Su historia es la que menos incidencia tiene en la trama. Quizá la podrías quitar y no pasa nada, pero no por eso es mala. Nancy (Natalia Dyer), como siempre, anda toda hiperactiva intentando resolver misterios mientras Jonathan (Charlie Heaton) todo huevón le dice que se relaje. Ya cuando ve que relajarse no es opción, ambos viven el momento de más terror en toda la serie (una escena increíble dentro de un hospital). Me encantó. Si me preguntaran a qué personaje se lo podría cargar el payaso, les diría que Jonathan es un bonito candidato. Es un aguafiestas.
Pero bueno, la neta la temporada estuvo buenísima. La mejor de las tres. Está rudo contar cuatro historias al mismo tiempo, más la de los villanos, y no perderse en el intento. Además maneja una narrativa perfecta con un ritmo incesante que no deja respirar. Los capítulos se pasan rapidísimo y las historias comienzan a entrecruzarse perfectamente para dar paso a un gran clímax. Ya dijeron los creadores que dos temporadas más y vámonos. Ojalá la cierren de buena manera. Ah, por cierto, vean todos los créditos después del último capítulo. ¡¡Se pone bueno!!
CALIFICACIÓN [9.5]