Por Allan Clúa
Netflix está con todo, entregando en menos de un mes dos de las tres mejores películas en lo que va del año, El Irlandés (The Irishman) e Historia de un Matrimonio (Marriage Story) – la otra sería Parásitos (Parasite), película surcoreana ganadora en Cannes que pronto estará en cartelera (ya tuvo algunas apariciones en la Cineteca Nacional y el Festival de Cine de Morelia). El gran éxito de Netflix es que está dejando a los autores crear sus obras casi sin restricciones y esta película es el resultado de ello.
Historia de un Matrimonio es el tipo de cine que se hace cada vez menos y que tanta falta nos hace. Es una película de presupuesto medio cuya fortaleza son sus personajes sobre cualquier otra cosa, con exploraciones atrevidas, profundas y una propuesta autoral en todo el sentido de la palabra. Dirigida por Noah Baumbach, conocido particularmente por la calidad y profundidad de sus diálogos – quien tiene varias películas interesantes como Historias de Familia (2005), Margot at the Wedding (2007), entre otras – nos entrega su mejor trabajo hasta el momento.
El filme explora el divorcio de una pareja joven y atractiva que todavía se procuran y quieren el uno al otro. Son padres de un pequeño niño e intentan hacer las cosas bien pero simplemente no pueden. Es una película honesta y sincera, humana ante todo. Generalmente, cuando se nos presenta una separación en el cine, siempre entra de por medio un acontecimiento excepcional – alguna infidelidad, un engaño, algún acto violento – pero pocas veces vemos la realidad como se representa en esta historia, la cual es, que, a veces, las cosas simplemente no funcionan. Podría ser fácil manipular a la audiencia y tomar partido en una historia como esta, pero la genialidad de la misma es que te mantiene en medio, entendiendo lo bueno y lo malo de cada personaje y simplemente deseando que al final, después de semejante proceso, ambos sean felices.
El mayor logro de Baumbach es mantener una narrativa sencilla, directa, con pequeños gestos simbólicos y fotografiada en un majestuoso y granuliento 35mm que, muy atinadamente, la hace sentir, la mayor parte del tiempo, como una película casera llena de nostalgia y desperfectos. Con marcadas influencias de Bergman, Nichols y el gran Cassavetes, y recargada en dos de las mejores actuaciones del año y, sin duda, de la carrera de Scarlett Johansson y Adam Driver – quien pareciera ser el único que le pueda robar el Oscar a Joaquin Phoenix – Historia de un Matrimonio es una película empática pero muy dolorosa.
Desafortunadamente, al verla en la comodidad de mi sala – ojo, que algunas salas la están exhibiendo – tuve varias interrupciones del entorno; un recordatorio que el cine es para verse en grande, en la intimidad de una sala obscura pero compartiendo la experiencia en comunidad. Es una pena que una plataforma enfocada a la reproducción casera sea la que nos está entregando las mejores – o, al menos, más atrevidas – experiencias cinematográficas de estos últimos años. Esperemos que esta temporada de premios sea un recordatorio para los grandes estudios que la única forma en que el séptimo arte va a sobrevivir es haciendo menos películas de superhéroes y más películas de humanos, películas como Historia de un Matrimonio.
CALIFICACIÓN [9.6]