Por Quique Ortega
Una de las pocas cosas rescatables del esperpento de película que fue El Escuadrón Suicida (Suicide Squad, 2016) fue el personaje de Harley Quinn, la adorable novia del Guasón y psicópata por excelencia. Por lo mismo, D.C. decidió darle su propia película y, como dice el título, esta trata sobre su emancipación del propio Guasón – después de que este la manda a volar -para convertirse en una mujer motivada y, por consiguiente, independiente y empoderada. Es lo que mejor hace la película.
La historia trata sobre Harley Quinn (Margot Robbie) buscando un objeto perdido para que el villano Black Mask (Ewan McGregor) no la desolle, ya que el tipo tiene unas costumbres bastantes asquerosas y sangrientas. El recurso en las narrativas de utilizar un «objeto del deseo» para motivar a los personajes y echar a andar la trama me parece algo simplista por parte de quien la escribe y, por lo mismo, la historia es boba pero funciona, combinándose con el gran estilo visual de la película. Por ahí medio se arrastra a la mitad pero recupera el ritmo frenético del inicio para cerrar con unos buenos golpes y acrobacias.
Además del estilo visual y la cinematografía gris y obscura que contrasta con lo colorida que es Harley en su vestir y actuar, las secuencias de acción no se quedan atrás. Las tomas son amplias y podemos ver perfectamente las excelentes coreografías con pocos cortes (algo que debe de tener cualquier película de acción).
Pero ahí les va lo malo amigos. El título se refiere también a las Aves de Presa, un grupo de mujeres que se unen – tipo Avengers o cualquier otra agrupación heroica o tenebrosa de superhéroes o villanos – por un fin en común. En este caso las «Aves» (a excepción de Harley Quinn) no están nada bien desarrolladas (chafas) y, por lo mismo, pues te importan un comino. Y por otro lado, está el villano caray. Que me disculpe el gran Ewan McGregor, no tiene cara ni personalidad de ser un malvado muchacho, no le crees ni madres. Está al servicio de la trama, mal desarrollado y es partícipe de escenas gratuitas solo para impactarnos y mostrarnos lo «malo» que es. No funcionan «pa» nada. En ningún momento nos intentan explicar porque el tipo es así de violento y despiadado. Un mal villano, le resta mucho a cualquier película. Triste historia.
A final de cuentas, ver por dos horas a mujeres madreando hombres con total estilo es divertido, y no deja de ser bobo y buen entretenimiento para pasar el rato con unos buenos nachos con triple queso. Nada para tomarse en serio. Si algún día los creadores quieren que sea lo contrario – porque el género eventualmente empezará a caducar – tendrán que bajarle a la cantidad y aumentar en calidad, algo que no siempre hacen pero sí que saben como. No nos olvidemos de la gran trilogía de Batman creada por Christopher Nolan y la reciente, pequeña e insignificante película llamada Guasón (Joker, 2019).
Por cierto, hoy me enteré que, por la baja taquilla que está teniendo la película, le cambiaron el nombre a Harley Quinn: Aves de Presa para los sitios donde la gente compra sus boletos. Qué cosa tan extraña pero se entiende. La realidad es que la película no es sobre las Aves de Presa, sino sobre Harley Quinn. Además, quizá la gente piensa que es una secuela al Escuadrón Suicida y prefieren quedarse a ver Netflix en la comodidad de sus hogares.
CALIFICACIÓN [7.0]